Federal A - CIPOLLETTI

El último Ruso del Viejo Gasómetro

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En tiempos donde San Lorenzo celebra su regreso a Boedo, Juan Enrique Strak recuerda el día que Cipolletti jugó contra el Ciclón en el mítico estadio de Avenida La Plata antes de ser vendido.

Cuando Juan Enrique Strak entrecierra los ojos, se abre el libro dorado de todos aquellos años donde el Ruso era amo y señor de la mitad de la cancha. Eran tiempos donde el fútbol de la región entraba por la puerta grande a través de los Torneos Nacionales, en cuya memoria se guardan las mayores historias de grandeza de los equipos del interior.

Strak es un fiel exponente de recordados héroes en pantalones cortos, acostumbrados a jugar partidos bravos a cancha llena y cuyos botines han pisado templos sagrados que exceden a los del fútbol regional. Igual, nunca habrá nada mejor que el de la propia casa. "Justo pasaba por la cancha el día que estaban sacando el césped natural de la Visera. Me puse a llorar como un pibe…", cuenta el Ruso, mientras hojea un ejemplar de "Río Negro" del lunes 19 de noviembre de 1979.

Un día antes y por esos caprichos que después se hacen historia, Cipolletti se transformó en el último equipo del interior en pisar el Viejo Gasómetro, el estadio que fue inmortalizado por todos los hinchas de San Lorenzo. ElAlbinegro enfrentaba ese día al Ciclón por el Nacional del 1979 y el Ruso Strak, al que nunca habían expulsado, vio la roja sobre el final que le sacó el árbitro Jorge Vigliano, en aquel partido que el Albinegro perdió 4-0.

Corren días de satisfacción en la gente azulgrana. La reparación histórica que honra al gigante de madera y hierro de la Avenida La Plata ya está en marcha. San Lorenzo recuperó el predio de 27.524 metros cuadrados y con ello comenzaron a aflorar las historias de aquel estadio único e irrepetible.
"Era un estadio bárbaro la verdad. Con mucha historia, muy porteño… Es ese momento algo se rumoreaba de que lo iban a vender. Igual nunca imaginé que fuera la última vez que jugáramos allá". El Ruso salta de recuerdo en recuerdo, mira la crónica de la época y lee en voz alta el último párrafo del diario.

"San Lorenzo dominaba a voluntad y las expulsiones de Calderón por falta violenta a Mancinelli y de Strak por devolverle un golpe a Collavini con una trompada, son los hechos anecdóticos de un final de triste recordatorio para Cipolletti". Casi 40 años después, la vuelta a Boedo es el disparador del rescate emotivo sobre aquel partido.

"No sabés cómo pegaba Collavini. Para colmo el árbitro nos verdugueaba… A mí no me había echado nunca, pero ese tipo me cansó". Fue así que el Ruso quedó en la historia como el último jugador de un equipo del interior en haber sido expulsado del Viejo Gasómetro, el día que se gritó el último gol: lo marcó Mario Rizzi, el segundo de su cuenta personal en el equipo que por entonces dirigía Carlos Salvador Bilardo.

Fue justamente Ricardo José Collavini, dos fechas después ante Boca, el que cerró la estadística histórica de expulsados en el mítico estadio de Avenida La Plata.
Así formó Cipolletti aquel día: Carlos Zambrano; Ricardo Próstamo, Earnel Gibb, Miguel A. Díaz, Héctor Romano; Esteban Silva, Juan Strak, Carlos Vidal: Héctor Bastías, Daniel Sancisi y Rubén Flores.

El Ruso mira la formación de aquel partido y hace el uno por uno: "Carlitos Zambrano era cordobés; Próstamo y Romano eran dos marcadores de punta que venían deArgentinos… Eran dos monstruos. El negro Earnel Gibb era un costarricense que había traído Armando (Mareque, DT de Cipolletti), uno de los jugadores más veloces que vi en mi vida. Hacía dupla central con Miguel Ángel Díaz, que vino desde Mar del Plata junto con Daniel Sancisi", uno de los atacantes del equipo.

El mediocampo: "A mi derecha jugaba el Fito Silva, un chico que vino de La Plata. También estaba el Goma Vidal, quién fue un gran jugador que tuvo Ferro".
La delantera: "El Chirola Bastías era un chico de las inferiores de Cipo que jugó muchos años en primera división, y el Bambi Flores", un símbolo del fútbol regional. "Y todos bajo la batuta de Armando Luis Mareque, que además de técnico era amigo, consejero… Un tipo que manejaba muy bien la parte psicológica del jugador. Para mí Armando era un ejemplo".

"A mi me tocó jugar en una época hermosa para el fútbol del Valle junto a Cipolletti. Acá jugabas un Regional, lo ganabas y te ibas a medirte contra los grandes del fútbolargentino. A veces te bombeaban, como con San Lorenzo… Ese día tardamos en llegar al vestuario. Hubo lío. A veces vemos como en el fútbol del ascenso hoy existentes esos arbitrajes, pero en aquella época también pasaban cosas", rememora el Ruso.

Vaya por dónde vaya la charla, el Ruso tiene algo para contar. Habla, gesticula, se emociona y revela: "¿Sabías que estuve a punto de jugar en Roca? El que me trae a la región desde Punta Alta (dónde nació) es Pablo Verani, pero no jugué en el Depo porque el técnico no me quiso. Me fui a Atlético Regina, al año siguiente me fue a buscar Cipolletti y de acá no me moví más". Se sabe ídolo más allá de los colores y es agradecido. Nosotros también.


Del Loco Housemann a Beckenbauer

Legislatura de Neuquén
Las vivencias de Strak salen eyectadas de su memoria a medida que avanza la charla. Cuando surge su paso por Huracán, el Ruso se para e imita cómo caminaba el Loco Housemann, con pasos cortos, saltitos y cabeza baja. "Viste que cada jugador lleva un bolsito donde pone alguna prenda para cambiarse, desodorante, alguna crema… Bueno, el Loco llevaba una petaca de whisky, un atado de fasos y eso magazines de música que había antes.
¿Qué escuchaba? Los Manseros Santiagueños… podés creer". Y cuenta otra. "Un día lo veo al masajista del plantel que estaba sentado, con un pucho en la mano pero no lo fumaba. Así, quietito… En eso aparece el Loco, se lo saca de la mano y sigue para el baño, como si nada. El masajista lo prendía para él".

El día que vino el Cosmos de Nueva York, con sus grandes figuras mundiales a la Visera a jugar un amistoso con Cipolletti, el DT albinegro por entonces era Vicente Cayetano Rodríguez.
"Cacho estaba dando la charla técnica y me dice: ‘Ruso, vos agarralo a Beckenbauer’. ¿Yo? ‘Si vos’, me dice. ¿Pero si yo soy 5 y el juega de 6?. Cacho no dijo nada más y ahí me di cuenta en el partido que Beckenbauer no tenía posición. Salía del fondo, te encaraba, te pintaba la cara y metía un pelotazo cruzado de 40 metros al pecho del compañero. Un crack. Cuando termina el partido, me acerco al alemán y lo abrazo. No entendía nada. Lo miro a Chacho y le digo: "Mirá, lo agarré…". Beckenbauer, que al principio miraba asombrado, comprendió todo y nos dimos un abrazo".