El gol anulado a Sánchez desató un clima de furia; luego los hinchas cuervos rompieron butacas. Más de diez mil personas presentes.
Lo que fue durante gran parte del encuentro un clásico en paz, donde la cordura primaba por sobre la irracionalidad y la ira en una situación deportiva no deseada ni para Juventud Antoniana ni para Central Norte, se terminó manchando por aquellos inadaptados (los menos) que siempre dicen presente y dan la nota, sobreviviendo a cualquier operativo preventivo y derecho de admisión que se pregone en los días previos.
Todo era fiesta en las tribunas. El contrapunto de hinchadas se hacía sentir y más de diez mil personas le dieron color al Martearena. Hasta que la polémica de la noche terminó destiñendo la fiesta en el final. Tras el polémico gol anulado a Rodrigo Sánchez en el final del encuentro, los hinchas del santo estallaron en furia y todo confabuló para generar un clima enrarecido y transformar el mundialista en una olla a presión. Y con el pitazo final, los hinchas del cuervo ubicados en la cabecera norte y en la preferencial reaccionaron y escribieron un capítulo vergonzoso y conocido: roturas de asientos y enfrentamientos. Hinchas cuervos lanzaron butacas a los del santo (separados por un cordón policial en la zona de la preferencial) y algunos efectivos policiales resultaron heridos.
Se registraron serios incidentes en la retirada de los hinchas azabaches (abandonaron la cancha en primer término), ya que hubo corridas y fueron dispersados con balas de goma. La policía no quiso dar precisiones sobre los incidentes y si hubo detenidos.
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