Primera Nacional - ATLETICO TUCUMAN

Charla entre todos

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Palabras, palabras y más palabras. El complejo Ojo de Agua, acostumbrado a ver hechos, alojó ayer por la mañana en su cancha principal, un concierto de palabras. El maestro de orquesta fue Héctor Rivoira, quien comenzó su alocución en el centro del campo y con todos los espectadores sentados.

“No estuvimos a la altura de las circunstancias para pelear lo que estábamos peleando”, diría el “Chulo” luego del ensayo que estaba pautado para las 9.30 pero que, entre charla y charla, terminó comenzando a las 11.

Justamente, el no dar la talla, fue lo que motivó tal demora. “Hace 20 días que estamos y queremos que empiecen a entender lo que pedimos como cuerpo técnico. También queríamos saber qué pensaban ellos”, agregó Rivoira sobre la primera de tres pláticas importantes de la mañana.

Con su cuerpo técnico atrás, una pelota bajo la suela del botín derecho y el plantel sentado en u, el entrenador hablaba y gesticulaba como en un partido oficial.

Todos los errores y la falta de ese plus en el partido ante Huracán, salían de su boca disparados a los oídos de jugadores que escuchaban antentamente. Desde el más experimentado al más joven.

El sermón duró cerca de 45 minutos pero no sería el único. Faltaba el segundo tiempo. Luego sería el turno de los jugadores que a través de sus referentes pidieron espacio para que solos, entre ellos, hablaran otro rato. Con el cuerpo técnico alejado, comenzó la charla. Uno de los que pidió la palabra y dijo lo suyo fue Bruno Bianchi. “Siempre es bueno aclarar las cosas. Hablamos de lo que siente cada uno en lo futbolístico”, explicó el defensor que cuando le tocó dirigirse a sus compañeros, se apoyó sobre una de sus rodillas.

“Algunos estamos mal, medio bajoneados y necesitamos hablar para ayudarnos entre nosotros y volver a lo que éramos. Dijimos las cosas que cada uno piensa que hace mal”, agregó Bianchi sin dar detalles específicos.

Finalmente, a las 11, las palabras quedaron de lado y comenzaron a verse los primeros ejerecicios, aunque todavía faltaba una plática, la tercera.

Esta sería más personal ya que mientras los jugadores elongaban, Rivoira reunió a Diego Barrado y ambos se sentaron en una mesa bien al fondo, tras los árboles del complejo.

Gestos y más palabras. El volante no jugó un buen partido y podría sugerir un posible reemplazo, algo que Rivoira no da por hecho. “El domingo definiremos el equipo. Lo que sí, tenemos que cambiar urgente lo que hicimos”, cerró “Chulo” con más de lo que pobló la mañana: palabras.