Primera Nacional - PATRONATO

Nadie lo quiere, pero sigue hasta el final

La desazón que generó la derrota ante Santamarina de Tandil en el mundo Patronato hacía mucho que no se vivía. Los dirigentes se mostraron muy golpeados, pero luego de una extensa reunión realizada ayer por la tarde, decidieron optar por la continuidad de Marcelo Fuentes como entrenador. La cabeza estuvo puesta en los trastornos que generarían un cambio a esta altura y los perjuicios económicos (que de todas maneras son muchos) que podría acarrear.
Si bien quedan chances matemáticas, el optimismo está por el suelo. Más allá que la suerte siempre acompañó a este proceso, en cuanto a los resultados de los rivales, son pocos lo que confían en que el DT pueda hacer que el equipo gane los dos partidos que quedan. Nadie lo quiere en el club, dirigentes, hinchas y hasta algunos jugadores, pero seguirá hasta el final.
Que Fuentes se haya hecho cargo del momento del equipo no cambia en nada su responsabilidad. Hace tiempo que se le reprochaban errores recurrentes, pero nunca cambió, su soberbia fue superior a la necesidad del equipo y las urgencias del proceso. Tendría que haber puesto su renuncia a disposición y seguramente hubiese sido aceptada.
Se pasó el semestre pensando en los rivales, como nivelar o contrarrestar a los futbolistas del adversario, olvidándose de cómo trabajar el ataque con la pelota en los pies. Demostró nuevamente no tener manejo de grupo, elegir mal a los jugadores, plantear partidos de manera poco entendibles y dejó por el piso a los valores del club. Ninguno de los más chicos tuvo la continuidad necesaria para demostrar que podían estar.
Los errores fueron constantes y desde el inicio. El plantel careció de potencia ofensiva y no solamente por culpa de la falta de gol de los delanteros. El proceso estuvo lleno de contradicciones y se tomaron decisiones que aún no se les encuentra explicación.
DESDE EL INICIO. Fuentes falló desde el arranque. Patronato venía de ser uno de los equipos menos goleados la pasada temporada y pudo sostener los jugadores que le daban equilibrio de un torneo a otro. En defensa Geminiani, Andrade, Bogino y Márquez; Guzmán y Brum en el medio eran quienes terminaron jugando en gran nivel. El DT no confió en estos y armó desde el arranque la defensa a su criterio, con los jugadores que trajo, sosteniendo solamente a los centrales y al uruguayo.
En la temporada Nacho, el jugador más regular de la defensa durante los últimos tres años, solamente estuvo en siete de los 18 juegos. Geminiani en tres y Márquez en seis. Algo increíble.
EL ATAQUE. Caerle a los delanteros Santos sobre el nivel mostrado durante la temporada es fácil, pero el análisis tiene que ser más profundo y darse cuenta que Patronato siempre fue un equipo mezquino, que pensó más en el rival que en lo que podía hacer para lastimarlo. Una clara muestra fue el último partido, donde se sacó al jugador que mejor venía rindiendo, Fernando Gutiérrez, para poner un volante de marca (Guzmán), con la idea de frenar al volante Mariano González de Santamarina, que ni siquiera fue de la partida. Una decisión deplorable, desde cualquier lugar que se lo mire.
Entre semana era normal ver como el equipo de barrio Villa Sarmiento entrenaba buscar el error del rival y no lastimar con la pelota. La segunda jugada, la pelota parada y alguna aparición individual eran los argumentos de este avaro cuerpo técnico.
Decir que Sebastián Bértoli es el goleador del equipo es triste, más allá de lo importante y relevante de su performance durante su estadía en el arco Santo. No se puede aceptar que el arquero sea el artillero número uno con tres goles.
SIN LUGAR. El daño institucional que generó este proceso también es importante. Porque además de estar lejísimos de conseguir una chance histórica de jugar en Primera División, se excluyó a todos los jugadores del club de este proceso, ninguno tuvo la continuidad necesaria para demostrar algo de lo que ya habían hecho. Lautaro Comas (dos partidos), Alejandro Almada (uno), Marcos Minetti (ninguno), Milton Aguilar (dos), Tomás Spinelli (uno) y Damián Pacco (uno), muestran claramente como se dejó de lado el patrimonio autóctono. Sin dejar de marcar que además no se promovió a nadie desde las inferiores, demostrando que poco importaba la labor que se viene realizando hace algunos años en la provincia de Entre Ríos en este sentido.

Contradicciones
El proceso estuvo lleno de cambios poco entendibles. El arranque de temporada con un dibujo táctico con el cual se había prometido jugar. Pero una semana antes de comenzar el torneo, se cambió.
El mensaje de que el jugador que no podía jugar en diferentes puestos es "un mediocre", llevó a que delanteros se paren de volantes, o que diestros jueguen por izquierda.
El discurso de que "juega el que está mejor", no se aplicó, nunca pasó. Hubo muchos futbolistas que mostraron estar en condiciones de ser de la partida, pero Fuentes prefirió darle rodaje a quienes llegaron por su pedido. Canuto, Fernández y Caprari jugaron mucho más de lo que merecieron.

Los que no quiso
Fuentes se dio el lujo de no querer la continuidad de Germán Rodríguez Rojas en el plantel, un volante que durante este semestre tuvo continuidad en Primera División. Yimy fue uno de los puntos altos del proceso pasado, pero no tuvo su oportunidad. Al igual que otros que mostraron su nivel en otros clubes o categorías. Sergio Chitero, Cesar Carignano, Iván Borghello, Alejandro Capurro. José Luis García, Guillermo Ferracutti, por nombrar algunos, no llegaron por decisión del DT.

¿Para qué?
En el tramo final del torneo el DT decidió cerrarle las puertas de las prácticas a un grupo de periodistas que siempre siguieron el proceso y que venían siendo críticos, porque veían que nada cambiaba, que se cometían los mismos errores y la soberbia era infinita. Esta decisión no cambió nada, solamente generar gastos en el club y un malestar con la gente de prensa que trabaja cerca del plantel.