De la mano del escritor Eduardo J Quintana, Mundo Ascenso hace un homenaje mediante este cuento a to
- ¿Che Papi, de quién es la bicicleta que tenés en el cuartito de atrás?
- Esa bicicleta perteneció a un personaje único de mi ciudad, alguien que está en la memoria de todo Junín, el Viejo Melatini, Francisco Pancho Melatini.
Las grandes ciudades del mundo se caracterizan por tener todo lo que una persona necesita, vivienda, lugar de trabajo, esparcimiento, historia y aquellas cosas cotidianas que se utilizan en la vida. Buenos Aires es para le gente joven del interior de la provincia, un sueño a alcanzar y que muchos, cuando se independizan de los padres, buscan para su futuro. La mayoría sigue manteniendo muchas costumbres de pueblo. Tarde o temprano comienzan las añoranzas de aquellas cosas simples que la tranquilidad de las pequeñas urbes y por sobre todo el campo tiene. El mate bajo la parra, las charlas entre vecinos, la recorrida sabatina por el pequeño centro, el café de barrio, la caza, la pesca y por sobre todo el despejado sol de campo.
José Luis había nacido y vivido en Junín, al noroeste de la Provincia de Buenos Aires. Una ciudad pujante que se eleva a orillas del Río Salado y que logró su crecimiento a la par del Ferrocarril, primero con el Central Argentino y más tarde con el Ferrocarril General San Martín. En el Barrio Belgrano, se había afincado la familia Gálvez. Don Mario Gálvez y su esposa Ernestina Felgueras; tuvieron tres hijos varones, Mario, José Luís y Ernesto, quienes se llevaban entre sí dos años. Don Mario, ferroviario toda su vida, les legó tres cosas importantes, el oficio, el gusto por la pesca y su pasión por el fútbol. Los tres hijos trabajaron en los Talleres desde el momento en que terminaron la escuela secundaria y así siguieron durante toda su vida. Dos de ellos, José Luis y Ernesto en los Talleres Alianza de Santos Lugares a pasos de la Ciudad de Buenos Aires; y el mayor, Marito, trabajando en el mismo sitio donde desempeñaba tareas Don Gálvez. Con respecto a la pesca, La Laguna de Gómez y El Carpincho era lugar de pertenencia de toda la familia, incluida Ernestina. Un paraíso donde pasaban largos días, en un bote que habían comprado con mucho sacrificio. Por último, el tercer legado de Don Gálvez a sus hijos, es la pasión por el fútbol y en especial por el Club Atlético Sarmiento. Desde muy niños, Marito, José Luis y Ernesto fueron asiduos concurrentes al Estadio Eva Perón, lugar donde ejercía la localía el Verde, al margen de frecuentar el club para otras actividades deportivas. Los chicos crecieron a la par de Sarmiento, hasta llegar a disfrutarlo en Primera División, allá por 1980, de la mano del Hueso Glaría, Luciano Polo, el León Espósito, el Lobo Fischer y el gran Raúl Toti Iglesias…
- ¿Papi y quién era el Viejo Melatini?
- Pancho Melatini era un militante socialista que había prometido cortarse la barba el día que haya en Argentina un presidente socialista.
Un silencio
- ¿Y hubo algún gobierno socialista papá?
- No hijo, vení que te muestro una foto del Viejo Melatini.
Allí fueron padre e hijo a ver un antiguo álbum, encontrando una foto en la que aparecía junto a sus dos hermanos, Don Gálvez, Doña Ernestina y el barbado Pancho Melatini, con esa misma bicicleta que estaba en el cuarto del fondo de la casa familiar, en el mismo Barrio Belgrano de Junín, en el que vivieron toda la vida. Y será por eso de extrañar que una vez al año, José Luis, su esposa Malena y su hijo Ariel, visitaban la ciudad, para rememorar las cosas que el padre le contaba al hijo el resto del año. La pesca, los asados, la visita a los amigos y por sobre todo demostrarle amor eterno a lo único que el hombre no cambia en toda su vida, su equipo de fútbol y en el caso de los Gálvez, Sarmiento de Junín.
- ¿Pa, puedo sacar la bicicleta del cuartito?
- Dale, vamos que te ayudo y le inflamos las gomas.
Nuevamente, padre e hijo juntos como pocas veces se los ve en Buenos Aires, descolgaron la bicicleta, la limpiaron e inflaron las gomas. No podía maquillarse su antigüedad, ni su uso. Era muy fea y tenía la marca de los años, pero contenía historia y esa historia unía a Ariel, con José Luis, con Don Gálvez, con el Viejo Melatini y en especial con el querido Sarmiento de Junín. Un único sentimiento que se materializaba en una vieja bicicleta.
- ¿Papi, hoy juega Sarmiento?
- Sí hijo…
- ¿Podemos ir a verlo?
- Claro que podemos, preparate que salimos en un ratito
- ¿Puedo llevar la bicicleta?
Una pregunta que no necesitó respuesta. La bicicleta era una parte de la ciudad y la ciudad era Sarmiento. Con algunos ruidos por la longevidad de los engranajes, pedaleando a paso de hombre, recorrieron el camino rumbo al Estadio Eva Perón, para cumplir uno de los rituales familiares que marcaban una comunión inigualable. Todos los Gálvez juntos para alentar a Sarmiento, con una alegría contagiable que sólo fue opacada cuando una persona que cuidaba el portón, no le permitió el paso al niño con el histórico vehículo.
- ¿Señor, usted sabe a quién perteneció este vehículo?
Ante la negativa de la persona, José Luis trajo al presente la historia, el sentimiento, el pensamiento, la lealtad, la pasión en un solo nombre…
- Esta bicicleta perteneció al Viejo Pancho Melatini…
Y fue como si se abriera el mar, como si un rayo iluminara el estadio. La gente se acercó asombrada, padres que les contaban a sus hijos las anécdotas antaño y los más veteranos que se emocionaban rememorando a Pancho, el hombre sándwich, el militante que desde el cielo seguiría esperando un gobierno socialista.
Rodeado de hinchas, Ariel ingresó pedaleando la vieja bicicleta, con el aplauso sostenido de la parcialidad verdolaga. El niño con su ingenuidad ingresó un pasado glorioso y la gente demostró felicidad.
Hubo un partido de fútbol que Sarmiento ganó. Hubo fervor en los hinchas que festejaron largamente. Hubo mucha historia, mucho cariño, mucha nostalgia.
Hubo una vieja bicicleta y una imaginaria barba blanca surcando el ambiente
Hubo pasión y amor. Hubo identidad por Junín.
Hubo Sarmiento…
