El entrenador de Los Andes Felipe De La Riva hizo un análisis del triunfo en el Oeste destacando la contundencia y la cuota de suerte que siempre se necesita para salir vencedor. “Dijimos en el entretiempo que había que arriesgar mas y salió. No tenes que salir como loco, sino saber manejar los cotejos”, dijo.
- ¿Con qué sensaciones te vas de la cancha de Morón?
- Siempre dije lo mismo, es importante la victoria, pero es un torneo largo, de muchas fechas. Habrá muchos partidos entre semana, hay que ser inteligentes y mantener la tranquilidad. Hay que ser constantes y tener convicciones. Hay que estar en el lote, en las últimas seis fechas se verá quien llega mejor. Son momentos, la recta final será importantísima.
- ¿Qué tiene de distinto este equipo con el del 2013?
- Tiene más trabajo, y en el fútbol hay cuatro cosas. Técnico, físico, ánimo, organización en la cancha y la suerte. Lo último influye. Siempre estuvimos bien, nunca estuvimos quebrados, ni desordenados. Morón, Temperley, Atlanta, Chacarita nosotros, será parejo hasta el final.
- ¿Cuánto vale la victoria?
-Son tres puntos que te dan tranquilidad. A Morón hoy le tocó perder y no pasa nada. Hay que conservar la calma. Debemos tener convicciones y no desesperarnos. Tenemos un objetivo claro.
- ¿La contundencia fue la clave?
- La efectividad no la trabajamos los técnicos. Estuvieron muy bien los futbolistas y la suerte acompaña. Con la UAI generamos 11 situaciones de gol y no la metimos. Hoy con tres fuimos contundentes. Es todo muy parejo, ojala sigamos de esta manera, marcando goles.
- ¿Fue un partido como lo planeaste?
- Es una cancha difícil, contra el segundo del campeonato, sabíamos que iba a costar. Ellos tomaron riesgos, porque el fútbol es estado de ánimo y Morón arrancó con mucha confianza. Dijimos en el entretiempo que había que arriesgar mas y salió. No tenes que salir como loco, sino saber manejar los cotejos.
- ¿Cuál fue la posición del “Chipi” Vera?
- Al único jugador que no le damos indicaciones es al “Chipi” Vera. No le decimos nada, le damos la camiseta y le pedimos que juegue, porque creemos que es lo mejor para él. Todos tienen una función, menos él que se mueve por donde se siente cómodo. Hay que darle confianza y esperarlo.