Volvió el fútbol en Salta, pero también la violencia fuera y dentro del campo de juego. Central Norte y Juventud armaron un clásico paupérrimo, con seis expulsados y que terminó sin goles. Pero, lo más lamentable fueron los incidentes en la cabecera norte del estadio Martearena. Sí, otra vez los hinchas del cuervo. No todos, por supuesto, pero sí fueron varios grupos los que se pegaron a mansalva durante todo el partido.
Los barras volvieron a dar un espectáculo lamentable. Hubo corridas desde el arranque del clásico y entre varios grupos se enfrentaron detrás de la tribuna. En el entretiempo, los violentos volvieron a hacer de las suyas a la vista de todos. ¿Hasta cuándo? Nada ni nadie parece poder acabar con esta barbarie.
La división y la pelea entre los barras de Central, por disputa de poder o entradas (ayer el partido lo organizó el gobierno) o por lo que sea se tornan cada vez más violentas y es de vieja data. Da la sensación de que hasta que no haya una muerte nadie intercederá, nadie hará nada .
Las escenas de las golpizas fueron escalofriantes con hinchas rodando por las escalinatas de la tribuna. Y las corridas nunca se detuvieron.
La Policía, a todo esto, solo intentó dispersar la gresca cuando los incidentes se produjeron detrás de la cabecera norte. Pero fueron meros espectadores de lo que ocurrió dentro de la tribuna. El operativo policial estuvo a cargo del comisario Ferrufino e increíblemente ¡no hubo detenidos!.
Este accionar repudiable de malviviente disfrazados de hinchas amenazan con seguir tiñendo de violencia al fútbol salteño en este nuevo año. Pero el descontrol es total y no sabe de colores. Cabe remarcar que esta vez fueron los del cuervo, pero el domingo pasado, los barras del santo fueron los que regaron de vandalismo las calles del macrocentro de la ciudad. ¿Quién frenará esta locura..?
Dentro del campo de juego el espectáculo también fue tristísimo. El árbitro Guaymás Tornero revoleó la tarjeta roja seis veces, tres por bando y ambos equipos terminaron con ocho jugadores.
Todo comenzó cuando el Gringo Martínez quedó tendido en el suelo y recibió un pelotazo en la cabeza por parte de Fausto Apaza. El árbitro lo expulsó rápidamente pero llegó Mariano Maino y golpeó al juvenil del cuervo. Esto provocó otra mala reacción de Campos y un tumulto entre casi todos los jugadores.
En consecuencia, Campos y Apaza vieron la roja al igual que Maino. Pero antes, Cárdenas también se fue expulsado por protestar y Ortiz por juego brusco. Igual que Boaglio, que cometió una falta de atrás a Badaracco.
¿Y el fútbol?, bien, gracias. Las expulsiones se dieron en el marco de un típico partido de preparación, chato, impreciso y deslucido, en el cual los jugadores se desubicaron innecesariamente.
La violencia tiró al tacho todo lo que los técnicos intentaron probar a tres semanas del inicio del campeonato. Muy pocas cosas se pudieron rescatar.