El confuso episodio se produjo unos quince minutos posteriores a la finalización del juego, cuando un grupo de personas se presentó en el estadio y sin ningún tipo de reparo abrió fuego contra el grueso de la barrabrava.
La balacera produjo corridas y un momento de tensión que creció cuando varios de estos ingresaron al hall central del Florencio Sola y continuaron en busca de refugio en la zona del pasillo interno que comunica al campo de juego con los diferentes vestuarios.
Tal es así que Matías Almeyda, sorprendido ante los gritos de desesperación que se escuchaban detrás de las puertas durante las corridas por dicho sector, suspendió la conferencia de prensa y se dirigió de inmediato al lugar en el que se encontraba su familia, junto a la de otros integrantes del cuerpo técnico y plantel profesional.
Desde la Comisaría 2da de Lomas de Zamora, fuentes policiales indicaron que la principal hipótesis que se maneja gira en torno a una interna entre dos facciones de la barra, y que al menos fueron siete los heridos de bala derivados al Hospital Gandulfo, para ser atendidos. Del mismo modo, confirmaron que aún no hay detenidos por el hecho.
Ahora será cuestión de aguardar si la A.Pre.Vi.De -Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte-, toma alguna resolución contra la institución, que tal cual suele ocurrir en estos casos,termina siendo la única perjudicada.
Pese al grado de violencia que se vivió anoche, el hecho de no haber tenido que lamentar víctimas fatales erigen a la situación como una desgracia con suerte y una nueva mancha para un fútbol cada día más intolerante y con un grado de locura extremo.
