Con los resultados de la 37ma fecha de Primera División C se apagó esa mínima esperanza que Berazategui tenía para ingresar al reducido. Si, mínima, porque ya no se trataba de una pequeña llama sino de un débil fósforo que, merced al optimismo, intentaba mantener su luz frente a una potente ráfaga de viento. Es una lástima que un equipo tenga que depender de empates o resultados adversos de sus rivales para poder acceder a una instancia definitoria. Este es el arrastre de una serie de errores que deriva en la situación futbolística actual del club. Se cierra un año raro, cargado de problemas. Y todos, inevitablemente, contribuyen al resultado final de ésta temporada. Un club sin participación política. Socios alejados. Dirigentes ausentes. Hinchas que no pueden concurrir a ver a su equipo. Equipo que no puede jugar en su cancha. Falta de solvencia económica. Falta de planificación conjunta. Desunión. Un plantel que pasó por las manos de tres cuerpos técnicos (Juan Carlos Zerrillo / Osvaldo Ruggero / Daniel Casas - Javier Patalano) y que nunca pudo conseguir una identidad futbolística, salvo durante la última etapa. Queda un encuentro, frente a Defensores de Cambaceres, para tratar de terminar la temporada con 54 puntos; unidades que sirven para mantener una buena línea de promedio. Cuando Sebastián Bresba de por finalizado los 90 minutos, será el tiempo de pensar. Pensar en un futuro posible, sin rarezas. Se espera, en principio, cumplir con lo necesario para la vuelta del público, una vez finalizada la obra en la cabecera sur. Seguido a eso, unión entre todas las partes, participación, compromiso. Toda institución debe ser un ensamble de fuerzas. Donde falla una, se caen todas. Si no se trabaja en pos de avance, temporadas como la 2012/2013 volverán a repetirse.
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