El plantel Rojinegro quiere sacarse una espina que quedó clavada luego del semestre pasado. La idea y las formas de trabajo de Iván Delfino cayeron bien en el grupo. Sin las obligaciones del torneo anterior, de pelear por un ascenso, los futbolistas se están preparando para dar pelea.
Es un lindo momento el que vive el plantel de Patronato de la Juventud Católica, porque más allá que no llegó una tropa de refuerzos y no se sumó ningún nombre rutilante, todos tienen su lugar y se sienten parte del proceso.
Sin dudas que el recuerdo del fracaso reciente sirve como incentivo para ir en búsqueda de revancha, aunque se juegue por otra cosa, que los rivales sean otros y la categoría se vea distinta.
En seis semanas el nuevo cuerpo técnico parece haber logrado lo que el anterior no pudo en seis meses. Esto sin esperar el diario del lunes y sabiendo que siempre es más exacto hablar con el resultado puesto. El plantel ya sabe lo que pide el entrenador y ahora resta pulir cosas para encontrar rápido los intérpretes más exactos para la idea de juego que tiene Iván Delfino.
Es importante llegar a cada entrenamiento y encontrarse con un grupo que trabaja de manera exigente, pero alegre. Donde los caciques son pocos y tienen sus plumas bien ganadas, logrando cosas con la camiseta Rojinegra. Mientras los indios son muchos y tienen ganas de crecer con Patronato.
El grupo entrena feliz y quienes comparten el día a día se dan cuenta. Quienes tenían ganas de irse hoy se matan por tener un lugar el en el equipo. Los que no eran tenidos en cuentas hace un par de meses atrás, están ilusionados, porque pueden demostrar que tienen condiciones y así reflotar sus carreras.
No tener la responsabilidad de "salir primeros" y poder luchar pensando en el fin de semana inmediato puede ser la llave para que el Santo despegue, se afiance y pueda luchar por lo que todo Entre Ríos quiere, un equipo en Primera División.
Patronato hoy tiene identidad. Porque es un equipo formado con un grupo importante de futbolistas de la provincia y la región. Porque tiene jugadores que llegaron al profesionalismo de la mano del club y muchos elementos que están arraigados con la ciudad y con Villa Sarmiento.
El pasado reciente ya fue. El recuerdo de Marcelo Fuentes (un entrenador que se creyó el dueño del club y malogró la chance más grande de llegar a la máxima categoría, abusando del cariño de la gente y el esfuerzo de quienes lo pusieron en ese lugar), va desapareciendo día a día. El hombre que tomó decisiones equivocadas todo el tiempo, sin escuchar los consejos que venían desde afuera, apostando a futbolistas que ya no están (porque nunca rindieron) y desvalorizando el patrimonio del club, opacando y ninguneando a los pibes que vienen de la cantera, va quedando de lado.
En el seno del club hay otras vibras. Sin poder contar con un pasar económico similar a otros tiempos, el club sigue su camino, buscando con otras herramientas el mismo objetivo. Los referentes, los más jóvenes, los pibes, todos están mejor, se sienten mejor, trabajan mejor. Nadie lo dice o tal vez algunos, pero todos lo sienten, todos lo viven de esa manera.
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