El millonario armó su búnker en Neuquén con equipo prácticamente definido para el choque de mañana con Cipolletti en Río Negro. Asoma un albo combativo para el juego de ida.
Los 18 guerreros comandados por Duilio Botella llegaron temprano y danzaron de a uno rumbo al chequeo previo al vuelo, en la apacible mañana, en el aeropuerto Martín Miguel de Güemes. Todos con las valijas repletas de ilusión y los bultos cargados de fe y esperanzas, pensando en la primera batalla de la serie ante Cipolletti, que disputarán mañana a las 21, en la localidad de la manzana. Cada uno de ellos cargando un amuleto que los acompaña en cada viaje: estampitas, crucifijos, santos y rosarios para los más creyentes; fotos de sus seres queridos en los bolsillos para los que se aferran a su familia en instancias determinantes en las que se juegan mucho; promesas vigentes, hábitos previos al embarque y detalles de rutina ajustados a tiempo para los que se abrazan a las cábalas en etapas definitorias.
"El grupo en general no tiene ninguna cábala colectiva, pero sí individualmente cada uno sigue la suya, el que la tiene. Cada uno de nosotros lleva su fe interior a todos lados, su fuerza interna y el motivo para sacarla. Todos tenemos motivos para luchar adentro de la cancha: algunos se aferran a Dios, otros a su propia religión o creencia, otros a su familia, a la gente que lo rodea y le da fuerzas", le contó Lautaro Ceratto a El Tribuno una intimidad de un grupo humano que se solidificó con el tiempo y que persigue una misma meta.
Con toda esa fe a cuestas, el plantel, acompañado por el directivo Juan Carlos Ibire, tras una breve escala en Aeroparque, arribó por la tarde a Neuquén -ubicado a menos de 10 kilómetros de distancia de Cipolletti, el escenario del pleito-, donde instaló el búnker en el que convivirá por tres días.
El equipo está casi definido y asoma un mediocampo combativo con Osvaldo Young y Daniel Ramasco, como para neutralizar el ambicioso 4-3-3 que propondrá "cipo" en la dura "Visera de Cemento".
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