La lesión en la mano que Augusto Max sufrió en Sunchales el 12 de noviembre pasado, fue un golpe duro, casi de nocaut. Se dio en el momento menos indicado; cuando el rendimiento del “Jefecito” estaba en ascenso. Pero lo peor ya pasó. El volante está recuperado, listo para volver al ruedo, y en la previa al primer chico de la Copa LA GACETA plantó bandera en diálogo con LG Deportiva.
“Estamos bien, con ganas de jugar el partido y sobre todo ganarlo”, afirma el pibe que se transformó rápidamente en caudillo. Hoy por hoy es el corazón de un San Martín con hambre de gloria.
Max volvió a vivir en 2014. Recuperado de la cirugía a causa de una fractura en su mano izquierda, comenzó la pretemporada a full. “Gracias a Dios estoy bien. Ya pasé la etapa más difícil”, confiesa sacando a la luz una ansiedad inocultable. “Quiero retomar el nivel que tenía antes de la lesión. Ese es mi objetivo inmediato, y obviamente ser una pieza importante en el equipo para poder conseguir el objetivo que nos trazamos”.
No fue mucho el tiempo que pasó fuera de las canchas. Sólo cuatro partidos, pero se le hizo eterna la espera. “Fue duro salir porque venía bien y era a lo que siempre había apuntado. Pero ya está”, mira a hacia adelante Max y avisora un buen regreso. “Hicimos una muy buena pretemporada. Estamos muy metidos en el proyecto y con ganas de lograr cosas importantes”.
El año que comienza será clave en la vida futbolística del pequeño gigante. Sus buenas producciones personales sedujeron a varios equipos. Pero él ni se inmutó. Su mente sigue puesta en el Argentino A y en ese sueño dorado llamado ascenso. “Este tiene que ser nuestro año”, pide el rubio, aunque deja en claro que la patriada no será para nada fácil. “Nos quedan 13 finales. Primero queremos clasificarnos sin correr riesgos. Y después sí, vamos por el gran premio”.
Jugar un clásico motiva a cualquiera. Más a un pibe que se curtió el pellejo en el Natalio Mirkin, cuna del semillero “santo”. Justamente, por eso Max pide la palabra para hablar del trascendental duelo.
“Son partidos duros donde se ponen en juego muchas cosas: el prestigio, el orgullo y el escudo no se pueden dejar caer. Hay que defenderlos a muerte, más allá de que sea un amistoso”, remata Max, con la misma seguridad que demuestra en el campo. El de mañana será una prueba, una buena medida para ver cómo está la máquina de cara al torneo. “Hay que llegar afilados”, dice Max.
- ¿Van a ganar al Monumental?
- Siempre hay que ganar, y más en un clásico.